Hace apenas dos meses murió Sudán. Era el último macho de rinoceronte blanco del norte que quedaba en el mundo. Sólo le sobreviven dos hembras: una hija y una nieta. Ambas viven en la reserva keniata de Ol Pejena, vigiladas las 24 horas del día por guardas armados. ¿Y el resto de los miembros de esta subespecie de rinoceronte? Progresivamente abatidos en las últimas décadas por cazadores furtivos. Exterminados al amparo de una estúpida creencia que atribuye poderes sanadores a sus cuernos. Es 23 de mayo de 2018. Bienvenidos a la extinción en directo.
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